Yanaki Herrera es graduada en Artes Visuales en la Universidad Federal de Minas Gerais UFMG. Nacida en Cusco, Perú y actualmente viviendo en Belo Horizonte, Brasil. Su investigación artística está volcada al maternar y a las luchas colectivas y subjetivas de las madres. A través de la pintura, crea narrativas que conversan entre la ancestralidad y el presente como un lugar de transformación. Su leguaje visual es compuesto por elementos que nacen a partir de las expresiones corporales y culturales de América Latina.
Recibió la premiación “Memorial Minas Vale 2021”. Exposiciones individuales: “Warmiwasi: Luchas colectivas y subjetivas” Galería BDMG MG (2023); “Tal como semillas” Galería A Gentil Carioca SP (2023). Exposiciones colectivas: “El cuerpo invisible de la memoria” Museo da Inconfidencia MG (2023); “MAA” Mitre Galería MG (2023). Residencias artísticas: “Residencia Cultural” Oficina Francisco Brennand PE (2023); “LAB.suay” Piso SLZ MA (2023); “Residencia Artística” IA – Instituto de Arte Contemporáneo de Ouro Preto MG (2022); “LAB Cultural” BDMG MG (2021).
Pienso que la cultura popular desde siempre se ha caracterizado por ser impactante, genuina, sofisticada, capaz de llevarnos a muchos lugares. El problema es que ese mundo del arte blanco nunca lo consideró como “arte”. Sin embargo eso está cambiando gracias a mucha lucha y resistencia de las personas que hacen parte de la cultura popular. Pienso que la cultura popular carga múltiples legados, mucha historia y es necesario re direccionar la mirada para ello.
Llegué a Brasil hace nueve años. Lo que sería al principio una visita de un mes pasó a ser mi nueva casa. Antes de venir, viví unos años en Bolivia con mi mamá. Soy hija de artesanos y mi mamá siempre trabajó en ferias o vendiendo en la calle y de esa manera era muy difícil mantenernos en Perú. En Bolivia hay una costumbre mucho más fuerte de comprar en ferias, entonces migramos para allá y nos iba mejor.
Sin dudas, lo que más me motivó a quedarme en Brasil fue la oportunidad que tenía de poder estudiar en una de las mejores universidades de Brasil, pública y gratuita. Estudiar una carrera en mi país siempre fue como un sueño casi imposible debido a las pocas opciones que hay de universidades públicas. A pesar de los constantes ataques que las universidades públicas brasileñas sufren, considero que en Brasil el acceso a la educación funciona más democráticamente que en Perú.
Considero que por ser hija de artesanos siempre estuve familiarizada con la “artesanía”. Desde muy pequeña siempre ayudé a mi mamá a trabajar con macramé, alambre, entre otros materiales. Cuando me preparé para postular a la universidad uno de los cursos que más me llamó la atención fue el de Artes Visuales. Hasta entonces recuerdo que las últimas veces que dibujé fue cuando era niña o adolecente, pero siempre estuve por dentro del arte gracias a las danzas populares. Entonces estudiar Artes Visuales para mi fue como encontrar una manera de traer un poco de las danzas populares y todo lo que guardo de mi tierra en mi memoria, para mi producción artística.
Si, de hecho lo que más me afectó fue el sentir Brasil muy distante de los países vecinos desde el punto de vista cultural y cómo eso influía en la manera como yo era vista y tratada, siendo una mujer racializada y peruana. Creo que en Brasil se piensa al peruano como algo “exótico” o vinculado a la “pobreza”. Encontrarte entre esa dicotomía por el hecho de ser peruana genera muchos conflictos.
Sin dudas. Como dije en la respuesta anterior, considero que por el hecho de ser una inmigrante racializada y venir de un país como Perú, me deparo constantemente con situaciones deplorables. Pienso que las(os)(es) inmigrantes en Brasil principalmente cuando no son blancas(os)(e) y no provienen de países vistos como ricos, son vistas(os)(es) como una amenaza para el país o vinculados a la pobreza. Tengo muchas amistades de inmigrantes que viven en Brasil y constantemente conversamos sobre ello. Por eso he encontrado que mi producción artística puede ser una manera de denunciar y cuestionar sobre esas violencias que nos atraviesan.
Pienso que la cultura popular desde siempre se ha caracterizado por ser impactante, genuina, sofisticada, capaz de llevarnos a muchos lugares. El problema es que ese mundo del arte blanco nunca lo consideró como “arte”. Sin embargo eso está cambiando gracias a mucha lucha y resistencia de las personas que hacen parte de la cultura popular. Pienso que la cultura popular carga múltiples legados, mucha historia y es necesario re direccionar la mirada para ello.
Creo que lo hago intentando no perderme. Hay días que me gusta ser mamá y hay otros que no, y eso no habla respecto al amor que tengo por mi hijo. Se refiere a mi propia individualidad. Por eso siempre intento cumplir mis sueños, tener mis ambiciones que no son necesariamente de dinero, son ambiciones de sueños, proyectos, etc. Sé que cumpliéndolos, automáticamente mi hijo también se sentirá muy feliz con ello, ¡al final estamos juntos en el mismo viaje!
Creo que nos adoctrinan a ponernos en tercero o cuarto lugar cuando somos madres, nos enseñan a que el cuidado y la sobrecarga son sinónimos de “amor y entrega” y que está vinculado al “ser mujer”. Pero eso para mi es una trampa, una estrategia para mantenernos en control. Para que yo sea una mujer y una madre feliz para maternar necesito alimentarme, necesito sentirme realizada.