Nació en 1985 en São Paulo, donde vive y trabaja. Artista visual y diseñadora con Licenciatura en Diseño Industrial de la Fundación Armando Alvares Penteado (FAAP), São Paulo. Ventura actualmente investiga filosofías y procesos constructivos de arquitectura y artesanía precolonial (Continente Africano - Pueblos Amerindios - Filosofía Védica). Sus obras hablan de lo femenino y la racialidad en narrativas que buscan comprender la complejidad psicosocial de mujeres afrodescendientes insertas en diferentes contextos. Mujer negra, entona su memoria corporal friccionándola con su ascendencia a partir de historias de vida e investigaciones. En sus obras hay un especial interés por la cosmología y cosmogonía afroamericana, además del uso de sus objetos, símbolos y rituales.
La maternidad continuará y mi carrera profesional también. Nunca tuve la intención de parar mi trabajo para maternar. Por el contrario, siempre supe que la maternidad y el trabajo irían a coexistir.
Si. Yo comencé mi práctica artística con la conciencia de ser una mujer negra y que necesitaría romper con espacios hegemónicos con la presencia de mi cuerpo y de mi investigación. Entraría en lugares que siempre fueron socialmente cerrados para cuerpos racializados y disidentes.
Hoy en día el tema del racismo en Brasil es una pauta y también hace parte de las políticas públicas y sociales. Veo que tenemos mucha más apertura institucional para abordar el asunto, con la sociedad cada vez más consciente de la lucha antirracista. Pero obviamente no estamos cerca del fin del racismo, este existe y hace parte de una estructura muy elaborada.
A pesar de estar discutiendo y problematizando el racismo, este mismo es la gran llave de los privilegios dentro de esa estructura que beneficia la blanquitud. Si por un lado hablamos sobre el asunto, por otro lado existe un sostenimiento ingenioso para la prevalencia de una estructura dominante.
El pensamiento decolonial es justamente la elaboración de ópticas que huyen de la idea hegemónica. Con esto, mi trabajo mira para procesos constructivos de artesanía y arquitectura vernácula que son justamente contrarios a la lógica de los cánones europeos. La propuesta decolonial ha abierto la posibilidad de reconstrucción de historias silenciadas, subjetividades reprimidas, lenguajes y conocimientos subalternados por la modernidad. El ejercicio decolonial busca una genealogía de pensamiento que no esté fundamentada exclusivamente en el discurso eurocéntrico, que pueda recorrer a categorías y discursos explicativos que encontramos en las lenguas e historias de los pueblos africanos y amerindios subyugados.
La idea de arte occidental tal cual la conocemos hoy en día tiene sus raíces en el pensamiento aristotélico, pero es en el siglo XVIII, especialmente en el iluminismo, que se fue construyendo la idea de que Europa y los europeos constituyeron un nivel avanzado en la escala evolutiva, sobresaliendo de la población mundial. De allí surge el mito de superiores e inferiores, más o menos racionales, primitivos versus civilizados. En este proceso también nace la idea eurocéntrica de belleza y su concepción sobre el arte y la cultura. Esta se fue imponiendo como universalmente verdadera, colocando esta experiencia estética como superior.
Debemos hacer uso de una serie de herramientas conceptuales y metodológicas que busquen un cambio radical en las formas hegemónicas de poder y dominación, en especial en la construcción de conocimiento. De allí podemos pensar que si es posible descolonizar las artes, pero debemos romper toda la estructura no apenas en las narrativas artísticas que es de extrema importancia sino también en la estructura de dominación y del poder que toma las decisiones.
La maternidad y mi éxito profesional ocurrieron de forma simultánea. Mi hijo fue una elección personal, donde me preparé para su llegada. Mi éxito profesional es el resultado a largo plazo de algunos años invertidos en trabajos, residencias, convocatorias, exposiciones, etc.
La maternidad continuará y mi carrera profesional también. Nunca tuve la intención de parar mi trabajo para maternar. Por el contrario, siempre supe que la maternidad y el trabajo irían a coexistir. Es difícil, sin embargo es posible. Lo que cambia son mis escogencias y algunas prácticas.
Al inicio de la maternidad fui muy afectada por la presencia de mi hijo y con la dinámica diaria. Hice algunas obras hablando de esa experiencia. Recientemente he vuelto a elaborar trabajos más enfocados a mis investigaciones centrales, relacionadas a lo femenino, la negritud, la arquitectura vernácula, la ancestralidad. Obviamente la presencia de mi hijo siempre me va a nutrir y estaremos conectados, del comienzo al fin.